23 de Mayo
Los pueblos de la península ibérica se encontraban aplastados por los conflictos internos, tanto en los dominios cristianos como musulmanes, y amenazados por los ataques de los vikingos.
Poco después del descubrimiento de la tumba del Apóstol en Compostela (820-835)
Ramiro I de Asturias busca reunificar y fortalecer el reino tomando ejemplo de sus aliados Francos. Se negó a pagar vasallaje al Califa de cualquier forma, incluyendo el famoso tributo de las cien doncellas. Su expansión por el valle del Ebro en lo que hoy conocemos como La Rioja, le enfrentará con Muza Ibn Muza. Esta región será la cuna de los reinos de Castilla, Navarra y Aragón. La zona parecía apaciguada por las alianzas familiares entre sus gobernantes musulmanes y el reino de Pamplona. Sin embargo estaba siendo atacada constantemente por Abderramán II, califa de Córdoba, en sus intentos de unificar e islamizar el califato.
El Arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada, en el siglo XIII, nos narra la batalla uniendo ya historia, tradiciones y leyendas. En la primavera del año de Dios de 844, las tropas cristianas del reino de Asturias, se encontraban debilitadas y cercadas en el monte Laturce. Durante la noche se le apareció a Ramiro I, en sueños, el Apóstol Santiago animándole y garantizando su protección para la batalla del día siguiente.
Así fue, el 23 de mayo del año 844, en plena batalla, se apareció el Apóstol montado en un caballo blanco y portando un estandarte del mismo color en su mano con una cruz roja en forma de espada ayudando a los ejércitos cristianos. Al grito de “Que Dios nos ayude y Santiago” los cristianos derrotaron a los musulmanes.
Poco después el rey, en Calahorra, ofreció el voto de Santiago comprometiendo a sus descendientes y al reino a entregar las primicias de sus cosechas y de sus botines en la guerra contra los moros. Este voto pasaría del reino de Asturias, al de león, al de Castilla y al de España hasta su abolición por las Cortes de Cádiz en 1812. Algunos interpretan en este gesto, uno de los primeros de las Cortes, el preludio del declive del imperio.
La batalla no figura ni en las crónicas cristianas ni en las árabes de la época; puede tratarse de una mitificación de la segunda batalla de Albelda, en el año 856 con el rey Ordoño I ya aliado del rey García Íñiguez de Pamplona. Otros la identifican con el enfrentamiento entre Ramiro II de León, y el califa Abd al-Rahman III en el que se afianzó el dominio sobre las tierras del río Duero con la batalla de Simancas en el año 939.
Esta iconografía del Santiago Matamoros, montado en un caballo blanco blandiendo la espada contra el moro Muza, se perpetuó en la pintura y escultura española, estando presente sobre todo en las iglesias de la ruta jacobea. Históricamente, este recuerdo fue forjando y fortaleciendo la unidad de los pueblos cristianos de la península en el combate por la defensa de la fe: en el sentido espiritual de la propia conversión frente a la doblez y a la hipocresía, también en el sentido de la legítima defensa contra el islam especialmente tras las ejecuciones de los Mártires de Córdoba (850-859) que conmocionaron a toda la población cristiana de la península.
En nuestra parroquia destaca el lienzo de Francisco Rizi en el retablo del Altar Mayor, siguiendo la estructura de la iconografía tradicional pero enriquecida con su toque personal. La agilidad y la volatilidad de los detalles sugieren una fuerte influencia de Rubens. Este lienzo presidía también la Iglesia anterior hasta su demolición por José Bonaparte.